
Louann Brizendine, neurobióloga y autora de The female brain y The male brain, explica que en el cerebro existen dos sistemas encargados del procesamiento de las emociones: el sistema de las neuronas espejo y el de la unión temporoparietal. Mientras el primero se relaciona con la capacidad de "empatía emocional", eso que nos lleva a identificar el estado anímico de las personas y a conectar con ellas; el segundo está más relacionado con la "empatía cognitiva", aquel que tiende a buscar una rápida solución ante los problemas y las emociones negativas.
La diferencia entre hombres y mujeres es que nosotras conectamos con las neuronas espejo muy fácilmente y tendemos a quedarnos allí, por eso nos identificamos con las emociones de otros, en un proceso que se denomina contagio emocional. Ellos, por el contrario, pasan rápidamente de las neuronas espejo a la zona de la empatía cognitiva, y es por eso que ante una persona que se muestra perturbada emocionalmente, los hombres tienden a buscar soluciones que resuelvan los problemas y no a conectarse con las emociones del otro.
Si estas diferencias sumamos la tendencia de las distintas sociedades de enseñarle a los varones a controlar sus emociones desde la niñez, es evidente que los hombres siempre estará en desventaja frente a las mujeres a la hora de expresar cómo se sienten frente a situaciones particulares.
Así que antes de discutir con ellos sobre su capacidad para lucir "imperturbables" frente a problemas y adversidades propias y ajenas, cual si fueran una réplica del Hombre bicentenario, hay que tomar en cuenta todo esto y tratar de comprenderles.
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