Alicante es una ciudad donde hasta el más mínimo detalle es capaz de recordable a sus habitantes la calidad de vida que es posible disfrutar estando en ella. Y para muestra solo tengo que decir que estoy sentada en un banco del puerto, con mi ordenador sobre las piernas y mi aro de bodas en la mano, mientras escribo este post. Al fondo suena en vivo “yo no quiero problemas, que los problemas amargan…”, pues estamos en plena fiesta de Hogueras, y yo solo puedo pensar en la increíble sensación de seguridad y libertad que se respira en la mayoría de los rincones de esta ciudad.
Solo tengo un año y medio viviendo en ella, pero he adoptado a Alicante como mía. Románticos parajes, hermosas playas, el imponente Castillo de Santa Bárbara, las fiestas -que no son pocas-, y por supuesto los amigos que me han apoyado en mis idas y venidas están en mi top ten de razones para quererla. Sin embargo, no pasa un día en que no extrañe a mi país y me pregunte cuándo mejoraran las cosas para poder regresar…
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